Cuando los franciscanos llegaron a Celaya

Los frailes franciscanos asistieron al nacimiento de Celaya y durante siglos han convivido con sus habitantes, participando de sus vicisitudes y sosteniendo y alimentando su espíritu cristiano y su devoción a la Madre de Cristo.

¿Cómo se fundó Celaya? ¿Cómo y cuando llegaron allí los franciscanos?

I

El territorio que hoy llamamos México no formaba una sola nación a la llegada de los españoles sino que estaba habitada por una gran variedad de tribus completamente independientes entre sí, sin constituir unidad.

Sólo después que fue conquistado el reino de los meshicas, al avanzar las exploraciones y ocupaciones por los cuatro puntos cardinales, fue progresivamente dilatándose el territorio que vino a llamarse Nueva España primero y después República Mexicana.

La ocupación española no siempre fue rápida y fácil. Aún cuando los exploradores iban ya muy hacia el norte y nordeste, quedaban sin ocuparse grandes extensiones en el espacio intermedio donde vagaban varias tribus nómadas a quienes se dio el nombre genérico de Chichimecas.

Estos atacaban sorpresivamente las nuevas poblaciones o, emboscados, esperaban el paso de los convoyes que transportaban las mercaderías entre México y las minas de Zacatecas o de Guanajuato.

El problema llegó a ser de cuidado y constituyó una de las más serias preocupaciones de los virreyes durante una buena parte del siglo XVI. Cesaron definitivamente las hostilidades cuando en 1591 se concertó la paz. Pero antes de esta fecha se arbitraron varios medios para evitar los ataques, ya organizando expediciones que resultaban poco efectivas, ya estableciendo fortificaciones llamados presidios en puntos estratégicos, algunos de los cuales llegaron con el tiempo a convertirse en florecientes ciudades.

Tal fue el caso de Celaya. El virrey don Martín Enríquez de Almanza, basándose en los informes y sugerencias de Francisco de Sandi, que por entonces andaba tras los chichimecas y de Juan de Torres, alcalde mayor de las minas de Guanajuato y atendiendo a las peticiones de unos labradores y estancieros que se habían establecido en un valle que llamaban el mezquital de Apaseo, expidió una orden el 12 de octubre de 1570 para que allí se fundara una villa.

El sitio parecía ideal. Se situaría cerca de un hoyo grande, dentro del ancón o codo que formaba el río San Miguel (hoy río Laja), no lejos de la confluencia de éste con el río de Apaseo, en una tierra arenisca y un poco alta, donde había mucho pescado y cedros y sabinos y otros buenos árboles, tierra para adobes, canteras, edificios y piedra para hacer cal.

Se sacaría del río una acequia para riego y para mover molinos, quedaría así formada una isla que se ocuparía como dehesa común para bueyes de arado.

Con la nueva población quedarían protegidos los pocos indios de paz que habitaban el lugar y se contribuiría a la defensa contra las frecuentes incursiones y ataques de los chichimecos. Además de ser tierra fértil y que podría regarse con las aguas de los ríos de San Miguel y de Apaseo, preveería de bastimentos las minas de Guanajuato, Zacatecas, las villas de San Felipe y San Miguel y otras partes.

A los primeros pobladores se les ofrecieron atractivas concesiones, buscando asegurar la estabilidad de la nueva villa y ellos por su parte se comprometieron a no ausentarse del lugar por más de cuatro meses sin licencia, so pena de perder sus derechos.

Y así, el virrey Don Martín de Enríquez de Almanza declaraba el 12 de octubre de 1570: "Lo cual, visto por mí, por la presente doy licencia y facultad para que en la dicha parte y lugar se funde la dicha villa y se pueble de españoles, conforme a la traza que el dicho alcalde (Francisco de Sandi) dejó hecha y dicha villa se llame e intitule la VILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN DE ZALAYA".

II

El amplísimo valle donde nació Celaya no era entonces tierra deshabitada. en el ancón formado por el río de San Miguel y muy cerca de una ciénega moraba un grupo de índígenas, entre el tupido mezquital y a su alrededor variios otros grupos a una o varias leguas de distancia. Los españoles, asentados en Apaseo desde hacía muchos años, habían ido avanzando buscando tierras vírgenes, que recibían como merced del virrey, para cultivarlas o utilizar sus pastizales como estancias de ganado menor o mayor.

También los frailes franciscanos habían incursionado ya por estas regiones. El guardián de Acámbaro, el famoso fray Juan de San Miguel, había atravesado el caudaloso río que después se llamó Lerma y el 20 de noviembre de 1542, había intervenido como pacificador e intérprete para deslindar derechos sobre el agua de "El Nacimiento" entre Hernán Pérez de Bocanegra y los indios de Apaseo y había fundado entonces San Miguel el Grande (Hoy San Miguel de Allende, Gto.) adentrándose mucho más allá en busca de los indios huachichiles. En San Felipe, riñón de los chichimecas, moraban desde hacía varios años, dos religiosos atendiendo a los soldados del presidio. Y más cerca, en el convento de San Francisco de Apaseo, "pequeño, hecho de adobes con su iglesia, todo de terrados", vivían otros dos doctrinando a indios otomíes, tarascos y mexicanos. pero toda la región estaba expuesta a los frecuentes ataques de los temibles nómadas chichimecos.

No sería, por tanto, de extrañar que los primeros pobladores de la Villa de Zalaya, para cumplir con lo prescrito por el virrey sobre que se reuniesen "desde el día de año nuevo en adelante, habiendo oído una misa del Espíritu Santo" se vieran acompañados por un franciscano y hasta quizá, los frailes mismos hayan sido quienes aconsejaran que en su petición de fundación sugirieran el nombre de la Villa de "Nuestra Señora de la Concepción" más aún cuando se encontraban en un lugar tan cercano, dos buenas leguas, como lo era Apaseo. (Hoy Apaseo el Grande, Gto.).

El hecho fue que, a los tres años, la estancia de los franciscanos en la villa de Nuestra Señora de la Concepción de Zalaya en el Mezquital de Apaseo quedó formalmente autorizada por el virrey don Martín de Enríquez de Almanza el 18 de noviembre de 1573 con estas palabras: "Por la presente doy licencia a la dicha Orden de San Francisco para que asienten y funden un monasterio de la dicha Orden en la dicha villa de Selaya y desde él visiten y tengan a cargo la dicha doctrina y administración de los sacramentos de los naturales del dicho pueblo de Apaseo y sus sujetos y en el entretanto que se hace el edificio del monasterio, en la dicha villa puedan estar y residir en el dicho pueblo de Apaseo y desde allí acudir a la dicha villa y decir misa y administrar los sacramentos a los vecinos della".

A lo que se ve, la mente del virrey era dar toda la importancia a la villa de los españoles que él mismo acababa de fundar y que el pueblo indígena de Apaseo le quedara sujeto, cosa que nunca se efectuó porque siempre fueron dos conventos independientes.

Todo esto sucedía siendo ministro provincial fray Cristóbal de Briviesca y el fraile que entonces vivía en la villa en formación era un tal fray Antonio.

Lo que recibía el flamante nombre de convento e iglesia, debió ser, en un principio, sólo unas chozas de troncos y ramas, situado precisamente en el lugar señalado según los trazos de Francisco de Sandi, aprobados por el virrey.

En ese convento primitivo moraba también un anciano, fray Pedro de Buros. le tomó por compañero fray Francisco Doncel que regresaba de México y se dirigía a su guardianía. Caminaban ambos hacia San Felipe y dos leguas antes de llegar a San Miguel, "en un arroyo muy pedregoso que está al descolgar el puerto que baja de la serrania inmediata (lugar llamado hasta hoy el "Puente del Fraile") salieron de emboscada" los indios chichimecas y los flecharon. ¡Sangre de mártires cuando Celaya apenas se mecía en su cuna!

Cuando los estancieros habían ya recibido el título de propiedad de sus tierras, iban levantando sus casas "de paredes hechas de adobes y cubiertas con buenas vigas y tablas y de terrado que no las pasa el agua". Y según el informe dado al comisario general fray Alonso Ponce en octubre de 1586: "El convento de Salaya, cuya vocación es el de la Concepción de Nuestra Señora, es pequeño, íbase entonces haciendo; moraban en él cuatro religiosos... hay más de ochenta españoles y unos pocos de indios de diferentes naciones y lengua". La nueva villa iba ya tomando forma y en vista de eso, el obispo de Michoacán, don Juan de Medina, erigió curato en la iglesia y convento franciscano desde 1580.

Los franciscanos instituyeron antes de 1590, la Cofradía del Cordón de Nuestro Seráfico Padre San Francisco a la que pertencían los indios del pueblo de la Asunción (el actual barrio de El Zapote, al noreste de la ciudad). Y no se sabe cuándo pero casi desde el principio de la fundación de la villa de Zalaya, se estableció en la Iglesia la Cofradía de la Concepción de Nuestra Señora, cuyo fin era promover su culto entre los fieles y practicar alguna obra de beneficiencia para lo cual se contaba con algunos bienes donados por los devotos.

Pasó tanto tiempo que se perdió la memoria de su erección y se empezó a dudar si habría sido erigida canónicamente. Para suprimir toda perplejidad, el obispado de Valladolid dio una nueva autorización el 20 de agosto de 1597.

Para esta fecha; Celaya contaba ya con la imagen de Nuestra Señora de la Concepción, donada precisamente para esta cofradía por los esposos Don Martín de Ortega y Doña Magdalena de la Cruz.

Fuentes y bibliografía:

Archivo Franciscano, Convento de Celaya.
Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España. Fray Antonio de Ciudad Real. Universidad Autónoma de México. México 1976.

Introducción al estudio de los Virreyes de la Nueva España, 1535-1746. J. Ignacio Rubio Mañé. México 1955.

Epistolario de Nueva España. Tomo XI. Francisco del Paso y Troncoso. Robredo, México 1939.

Historia de la Ciudad de Celaya. Luis Velasco y Mendoza. México 1947.

TRABAJO DE INVESTIGACION de Fray Vicente Rodríguez, OFM. (q.e.p.d.)

Recopilación y fotografía: Profr. Eugenio Amézquita Velasco. 10 de Febrero de 2000

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